lunes, 2 de marzo de 2015

Tema 7. Los Indicadores Económicos

Hablar de Indicadores Económicos, y hablar de Macroeconomía es hablar de Política Económica. SI hay una parte de la Economía como Ciencia Social que más debate genera, se encuentra en esta parte. Distintas perspectivas e ideologías económicas chocan en cual es la mejor manera de llevar estas políticas económicas.

En general, podemos decir que en las economías modernas existe un Estado, un Gobierno, que decide por llevar a cabo sus políticas económicas con el fin de ir llevando a buen rumbo el destino del País. Existen diversas preocupaciones que todo Gobierno tiene en cabeza y que trata de resolver en la medida de sus posibilidades:

  • La inestabilidad de los ciclos económicos
  • La existencia de bienes públicos
  • Las externalidades
  • La competencia imperfecta
  • La distribución desigual de la renta.
  • El desempleo
  • La Inflación
Como después veremos, alguno de ellos conforman lo que se denomina "fallos del mercado", que luego veremos.

En general, la macroeconomía, mide las grandes magnitudes de la economía, y nos sirven para ver cual es el estado de un determinado País. Una de las herramientas más utilizadas es el Producto Interior Bruto ( PIB), que nos sirve para  obtener el valor monetario de todos los bienes y servicios finales producidos por un país en un periodo de tiempo determinado, generalmente un año. La economía entiende que cuanto mayor es este medidor, mayor producción tiene ese país y con ello, mejor situación económica disfruta el País, puesto que si se ha producido más, es porque las empresas entienden que las familias pueden consumir más, debido a que tienen más renta.
De esta forma, habría un equilibrio: Producción= Gasto= Renta.

A través de esta fórmula se entiende que para que exista crecimiento económico, debe haber mayor producción y para ello debe haber un aumento de empleo que a su vez traerá mayor renta en la sociedad y con ello un aumento del gasto.

Con la idea de crecimiento, o bien para resolver los problemas antes nombrados, los distintos Gobiernos de toda sociedad han ido aplicando una serie de propuestas económicas que denominaremos Políticas Económicas. A la hora de medir las consecuencias de dichas políticas, nos fijamos en distintos indicadores económicos existentes que sirven de herramientas para medir la economía de dichos países. Hoy en día, el indicador de referencia es el Producto Interior Bruto, PIB, que es el valor monetario de todos los bienes y servicios finales producidos por un país en un periodo determinado (normalmente un año). Dicho PIB muestra, por tanto, lo que se produce, pero partiendo de la fórmula del equilibrio, este valor también sería lo que en esa sociedad se gasta y la renta que hay. Por ello, al PIB también lo podemos denominar Demanda Agregada (DA).

Sin embargo, el PIB no recoge numerosos aspectos que son importantes para el bienestar humano, por lo que ha recibido críticas desde distintos campos y líneas de pensamiento. Las deficiencias del PIB como medida del bienestar de una sociedad pueden resumirse en las tres siguientes: 

1. Tiene un enfoque cuantitativo y materialista, que no suma las mejoras en la calidad de vida, ni resta su empeoramiento. Las buenas condiciones laborales, el disfrute de un mayor tiempo de ocio, unos servicios sanitarios y educativos de calidad, y cuestiones de este tipo, son ignoradas por el PIB. Por el contrario, "males" como los misiles y otras armas de guerra, se valoran positivamente.

2. Subestima la verdadera actividad económica y el nivel de producción de un país, por no tener en cuenta los bienes y servicios que no pasan por el mercado, como por ejemplo: El trabajo doméstico y los cuidados familiares: si un miembro de la familia realiza las tareas del hogar o cuida a un anciano o persona dependiente, ese trabajo no lo contabiliza el PIB; sin embargo, si contrataran a una persona para hacer esas tareas, sí se contabilizaría. Los mercados de segunda mano: estos bienes usados se incluyeron en el PIB en el momento en que se crearon, pero no en las transacciones posteriores.
El trabajo del voluntariado y de las asociaciones sin ánimo de lucro, que suponen una cantidad de recursos y tiempo de trabajo importantes. Las operaciones de trueque de bienes y servicios, en las que no interviene el dinero y tampoco se incluyen en las cifras del PIB. La economía sumergida, esto es, las actividades ilegales o clandestinas, tales como narcotráfico, prostitución o trabajo sin contrato. Los estudios llevados a cabo estiman que pueden suponer entre un 20 y un 25% del PIB en España.

3. El PIB no considera los efectos externos del crecimiento económico sobre el medio ambiente, que se traducen en la destrucción de los recursos naturales y en la degradación del medio. Por ejemplo, la producción y el uso de los automóviles, paradigma del bienestar en nuestras sociedades, generan contaminación atmosférica y acústica que disminuyen ese bienestar, además de agotar para las generaciones futuras el petróleo, un recurso natural no renovable. O el problema de los residuos generados por las actividades de producción y consumo, que contaminan el medio natural y, en algunos casos, como el de los materiales radioactivos y químicos, suponen un riesgo para la vida terrestre. Las externalidades negativas implican un coste social que no recoge el PIB, que se limita a contabilizar la parte positiva de las actividades económicas: si la industria papelera destruye un bosque, por ejemplo, el PIB valora monetariamente el papel obtenido, pero no las consecuencias de la tala de los árboles.

Los modelos macroeconómicos y sus pronósticos son utilizados por los gobiernos y las grandes empresas para ayudar en el desarrollo y la evaluación de la política económica y estrategia de negocio a través de la política fiscal y la política monetaria.
  • La política fiscal se puede definir como el uso del gasto público y la recaudación de impuestos para influir en la economía. La política fiscal puede ser contrastada con el otro tipo principal de la política económica, la política monetaria, que intenta estabilizar la economía mediante el control de las tasas de interés y la oferta de dinero. Los dos principales instrumentos de la política fiscal son el gasto público y los impuestos. Una Política Fiscal Expansiva implica un aumento neto del gasto público (G> T) a través de aumentos en el gasto público o una menor recaudación fiscal o una combinación de ambos. Esto dará lugar a un déficit presupuestario mayor o un menor superávit. La Política fiscal expansiva se asocia generalmente con un déficit fiscal. Por otro lado, supone una forma de activar la economía, pues de forma directa un aumneto del GAsto Público supone un aumento del PIB, pero a su vez este crecimiento es mayor que propio aumento de G, puesto que al realizar políticas de gasto público supone contratar personas o empresas, los cuales al disponer de renta harán un mayor Consumo o Inversiones, luego esto hará que aumente el PIB en mayor cuantía.
  • Política Fiscal Restrictiva o Contractiva: la Política Fiscal Restrictiva o Contractiva (G <T) se produce cuando el gasto neto del gobierno se reduce ya sea a través mayor recaudación fiscal o reducción del gasto público o una combinación de los dos. Esto llevaría a un déficit fiscal menor o un mayor superávit que el gobierno se había, o un superávit si el gobierno se había un presupuesto equilibrado. La Política de contracción fiscal se asocia generalmente con un superávit. Y al contrario de lo dicho anteriormente una caída del Gasto Público supone de forma directa una caída del PIB, y de forma indirecta tambien, puesto que al aumentar los impuestos o aumentar el G, se provoca que disminuya el Consumo y la Inversión. La idea de utilizar la política fiscal para luchar contra la recesión fue presentado por John Maynard Keynes en la década de 1930, en parte como respuesta a la Gran Depresión.

  • La política monetaria es el conjunto de medidas tomadas por el Banco Central Europeo para alcanzar los objetivos perseguidos por la autoridad monetaria mediante la ampliación o reducción de la cantidad de dinero en circulación y la alteración de los tipos de interés. 
  • La política monetaria en la UEEn España y en los países que han adoptado el euro como moneda única, la autoridad monetaria y el banco central en cuestión son la Unión Europea y el Banco Central Europeo. El organismo que cumple las funciones relacionadas con la política monetaria desde el 1 de enero de 1999 en la zona euro es el Sistema Europeo de Bancos Centrales (SEBC). Las funciones del SEBC en lo que respecta a su actuación en la zona euro son las siguientes: Decidir y ejecutar la política monetaria de la Unión Europea; Realizar operaciones de cambio de divisas; Promover el buen funcionamiento de los sistemas de pago.
    Supervisar las entidades de crédito; Garantizar la estabilidad del sistema financiero.
  • Políticas Monetaria expansivas. El aumento de la oferta monetaria se logra prestando mayor cantidad de dinero a los bancos, bajando el tipo de interés o disminuyendo el coeficiente de caja. En consecuencia, el sistema bancario se encuentra con que dispone de abundante dinero barato y lo presta en condiciones similares a las familias. De esta forma, baja el volumen de intereses que hay que pagar y aumenta la renta de la que disponen las familias para consumir y las empresas para invertir. Este aumento del Consumo y la Inversión supone un aumento de la demanda agregada, suben también la producción y el empleo. Los precios no deberían subir siempre que las empresas sean capaces de producir todo lo que se demanda, con lo cual no tiene por qué haber inflación.
  • Políticas restrictivas. La disminución de la oferta monetaria se consigue prestando menor cantidad de dinero a los bancos, subiendo los tipos de interés o aumentando el coeficiente de caja. Si se incrementa el volumen de intereses que hay que pagar o resulta más difícil acceder a nuevos préstamos debido a la subida del precio del dinero, entonces las familias consumirán menos y será menor el número de inversiones empresariales que compensen un pago alto de intereses. Por tanto, descenderá la demanda agregada y con ella la producción y el empleo. Ante la falta de demanda, los precios se estancarán e incluso pueden bajar.

Debemos tener en cuenta que las políticas antes descritas no pueden ser todas realizadas por los Gobiernos; como vimos, las políticas monetarias las realizan las instituciones financieras pertinentes, por lo que al Gobierno sólo le queda por hacer las políticas fiscales. Y es ahí, donde diferenciamos dos formas de ver la Economía: Clásicos vs Keynesianos.

Teniendo en cuenta que los primeros consideran la actuación privada como la única y mejor forma de asignar recursos, entienden que el Estado debe tener el menor peso posible en la Economía, pro eso defienden un Gasto Público pequeño. De ahí, se entiende que a la hora de realizar políticas expansivas fiscales, prefieren utilizar como herramienta expansionista la disminución de impuestos. Así, por un lado favorece el consumo y la inversiones, es decir, a los agentes privados de la economía, y por otro, con menos recursos, al Estado no le quedará más remedio que disminuir su actuación en la economía, disminuyendo su peso, es decir, cayendo el Gasto Público.

Por contra, los Keynesianos, defienden la intervención del Estado no sólo para corregir los fallos del mercado que después veremos, entre ellos, el del crecimiento económico en época de crisis, si no como forma continuada de llevar la economía. Su forma de estado dio lugar a lo que se llamó la Sociedad de Bienestar. Después de la Segunda Guerra Mundial se produce un importante crecimiento económico, acompañado de una fuerte presión social para redistribuir la riqueza. El clima de consenso alcanzado provoca que el Estado por primera vez pase a ser el protagonista absoluto de la protección social considerándole como único sistema de acción adecuado para satisfacer las necesidades de los ciudadanos. Se reconoce que cada miembro de la comunidad debe tener un mínimo nivel de vida y para ello se responsabiliza de una serie de servicios (educación, vivienda, servicios sociales, seguridad social, etc.). Al tiempo que se compromete a mantener la estabilidad económica, tratando de controlar los ciclos económicos mediante su intervención a través de programas públicos, estableciéndose el pleno empleo como uno de sus principales aspectos. 

Pero esta forma de ver la economía, como ya hemos dicho, no es defendida por todos, los clásicos u hoy llamados liberales o neoclásicos representado por Hayek o Friedman entre otros, considera que el origen de la crisis del Estado del bienestar se encuentra en la forma de intervención del Estado en la economía, y concretamente en el excesivo gasto público, para compensar los desequilibrios sociales, que aparecen como resultado de los desajustes del mercado, y que han provocado unas pérdidas masivas de empleo, lo que supone la minoración de los recursos públicos que resultan necesarios para el relanzamiento de la actividad productiva. Criticaron duramente la economía mixta y consideraban al Estado del bienestar como “el camino a la servidumbre y la ruina económica” (Mishra 1992:23) ya que la tendencia igualitarista que pretendía, distorsionaba los fundamentos sobre los que se mantiene la sociedad capitalista.

Esta propuesta supone el rechazo de la sociedad del bienestar, entendida como sociedad de masas, y la supresión de las políticas sociales y distributivas y el establecimiento, por el contrario, de una estructura social fundamentada en el principio de rivalidad y competitividad, frente a la tendencia igualitaria, promovida por el Estado del bienestar. El discurso conservador conduce a las viejas formas de mercado, lo que contrasta con el modelo de sociedad de bienestar, con el que se han conseguido, a lo largo de su desarrollo histórico, unos logros que ya no pueden ser considerados como privilegios sino como derechos sociales, políticos y culturales propios de las sociedades democráticas. En los países en los que, durante los últimos años, se ha desarrollado una política conservadora se ha conseguido efectivamente una reactivación económica más rápida, pero a costa de la disminución de los sistemas de protección social, y el consiguiente aumento de las diferencias sociales, lo que está produciendo un incremento de la conflictividad por la dualidad social. Es cierto que la administración es ineficaz e ineficiente con respecto al mercado y que, en definitiva, el Estado del bienestar se legitima de acuerdo a estos dos principios en la actuación de los poderes públicos, pero no podemos olvidar que crecer mucho y rápido no es sinónimo de crecer equitativamente.
Se basa en el modelo keynesiano, según el cual el Estado regula tanto la política social como la económica.

Independientemente de la ideologías escogida a la hora de realizar las Políticas Económicas, hoy por hoy, se acepta que el Estado, es decir, el Sector Público debe participar en la economía. La dimensión de su actuación e intervención, a través, por ejemplo del gasto público es el debate actual. Mientras unos apuestan por un mayor peso en la economía (keynesiano) otros quieren su adelgazamiento ( clásicos/liberales). SIn embargo, todos consideran que hay un mínimo de actuación, puesto que el mercado no siempre es la forma más eficiente de asignación de recursos. Así, se producen los denominados Fallos del Mercado. El mercado organiza la producción y distribución de bienes y servicios mediante el mecanismo de la formación de los precios a través de la oferta y la demanda. Los consumidores y las empresas expresan sus preferencias mediante sus decisiones de compra y de venta de determinados bienes y servicios según sus precios. Los posibles desajustes se eliminan variando los precios hasta llegar a un equilibrio que cumpla las expectativas de ambas partes, demanda y oferta. Este mecanismo es eficiente porque garantiza que lo que se produce es lo que quieren los consumidores, y además se realiza con el menor coste posible. El problema es que este mecanismo no siempre funciona correctamente, apareciendo los denominados fallos del mercado, que pueden resumirse así:

1. Los ciclos económicos. El sistema capitalista no consigue un crecimiento económico estable. Por el contrario, las crisis periódicas generan inestabilidad y desconfianza en el futuro, con graves consecuencias para todos los agentes económicos.


2. Los bienes públicos. El mercado es ágil para responder a la demanda de bienes privados, pero no es capaz de suministrar la cantidad de bienes públicos que la sociedad necesita.


3. Las externalidades. Numerosas actividades económicas generan efectos externos en la sociedad y en el medio ambiente, que el mercado no puede controlar.


4. La ausencia de competencia. Las empresas capitalistas, en busca de un beneficio creciente, tienden a apoderarse del mercado mediante la formación de monopolios o de acuerdos oligopólicos para subir los precios o reducir la producción, situaciones ineficientes que perjudican a la sociedad.


5. La equidad social. El mercado genera una distribución de la renta muy desigual, quedando marginados los más débiles.